Cortazar y la figura ambigua

Alejandro desató el nudo gordiano con el corte de una espada y así impuso el poder de la fuerza a los misterios del conocimiento. Descartes menos brutal y más certero, con su dualismo sustancial partió en dos el mundo separando la razón de la imaginación. Hasta Stevenson en El extraño caso del doctor Yekill y Mr Hide, jugando a separar lo bueno y lo malo del hombre, halló como resultado al monstruo y su crimen. La obra de Cortazar, por lo contrario, se propone reconciliar esos mundos separados y reconstruir el misterio roto. La figura de la Banda de Moebiüs (vease:http://es.wikipedia.org/wiki/Banda_de_Möbius) es la figura que mejor expresa el procedimiento narrativo de Cortazar. Así consigue que en sus historias se confunda el sueño con la vigilia, lo que llamamos realidad con la fantasía, rompiendo los limites espacio temporales.

Los antecedentes de este tipo de juego narrativo estan en Oriente, donde no llegó la espada de Alejandro, ni los libros de Descartes. La referencia fundamental es El sueño de la mariposa del filósofo chino Chuang Tzu que dice así: "Chuang Tzu soño que era una mariposa. al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu". En el mismo universo oriental Margarite Yourcenar cuenta Cómo se salvó Wanfo y logra una transición entre las imágenes que describen la prisión de un pintor y las imágenes ilusorias de una pintura por donde escapa. Pero esas historias son muy naturales para Oriente no para Occidente donde sinembargo se descubrió un objeto fantástico digno del universo de Tlön, una cinta no orientable de una sóla cara y un sólo borde, un objeto físico del que Cortazar hizo literatura.

La casa tomada es el cuento inaugural de su cuentística y en él ya está presente un tema fundamental: la otredad. La casa, el universo donde está todo lo que somos, es invadido por lo otro y nos desplaza con indiferencia: Para ese escenario es igual que lo habiten fantasmas o seres reales, sólo es un asunto de perspectiva.

Pero el primer juego a lo banda de Moebiüs para mostrar la continuidad entre esos dos lados de la vida lo hace en Continuidad de los parques. La sutileza narrativa con que hace la transición entre los hechos del plano real a la ficción y luego vuelve de esta al real nos deja perplejos. Ese juego de planos nos advierte que todo es ficción y pone en cuestionamiento la certeza de nuestra realidad.

El cuento que mejor expresa la estructura de la banda de Moebiüs y sus características de ambivalencia es La noche boca arriba donde el mundo de la vigilia y el mundo de los sueños pierden su orientación. Tiempo y espacio se confunden hasta no saberse quien es el soñador ni quien el soñado. Así como en el recorrido de la cinta de Moebiüs no se advierte cuando se pasa de una cara a la otra porque no hay un borde que los separa, así entre la mesa de operaciones y la piedra de los sacrificios no hay diferencia salvo el punto de vista cultural.
Este informe de lectura no pretende agotar todas las asociaciones de la narrativa de Cortazar a la figura de la cinta de Moebiüs, incluso en el libro Queremos tanto a Glenda, un texto suyo tiene el procedimiento narrativo y lleva por título Anillo de Moebius. Los recursos de Cortazar son variadísimos y suelen recurrir a objetos tan cotidianos como una casa o curiosos como una cinta. No conozco toda su obra pero no me sorprendería que en alguno de esos relatos jugará a dar forma narrativa a la manera de una botella de Klein, otro de esos objetos de Tlön (hrönir) que a decir de Borges incursionaron en nuestro universo. En el cuento El otro cielo creo advertir un intento de jugar a la forma de esa compleja figura ya que en su historia hay una transición radical e imperceptible de cambio de planos espacio temporales.

Es sabido que Cortazar era un hombre extraordinariamente grande físicamente y con un gran sentido de la libertad, aunque parezca contradictorio decirlo de un escritor fantástico cuya literatura algunos tachan de evasiva. Lo cierto es que no parecía caber en este mundo o mejor que el mundo del plano cartesiano le quedaba pequeño a sus deseos de libertad. El espacio y el tiempo le estrechaban tanto que rompió sus límites, los linderos que demarcan y separan este reino de los sentidos. Y es que toda la obra de Cortazar tiene por transfondo la libertad, ante todo la de no permitir que el hombre sea reducido a una dicotomía, a ser partido en dos de un sablazo, con el soberbio propósito racionalista de atrapar su misterio.